Venía de Xátiva, había pasado toda la
mañana de un lado para otro, renegando del
asfalto, las prisas y aglomeraciones. De no
haber sido 'casi' preciso, no me saca ni dios
del pueblo, jajaja...
Así que cuando volví, aunque cansada,
aproveche y 'una vez puestos' no subí a casa,
me aleje un poco del pueblo y me adentre por
l
los huertos cercanos al monte.
Me iba a recostar en un árbol, pero lo pensé
mejor y me tumbe en tierra,
sobre la fresca hierba. ¡Qué maravilla!
hay cosas que no tienen precio,
¡son impagables!
Un suave viento acariciaba mis mejillas y
juguetón volaba entre mi falda, besando
suavemente mis rodillas.
Olía a albahaca que había plantada debajo
de unos naranjos. También se percibía una
mezcolanza embriagadora de agradables
y frescos aromas.
El día se iba durmiendo y en los claros y
sombras del atardecer, el sol con las nubes
al escondite jugaba, mientras esperaba
haciendo guiños para mantenerse despierto
y poder ver aparecer a su amada
Ella aun soñolienta se asomaba tímida
-como si le avergonzase el ser tan bella-
por detrás de los verdes pinos de la montaña
y poco a poco se iba acercando para poder
unirse al juego.
Todavía desperezándose se va escondiendo
entre los naranjos de frutos
encendidos de una, y dorados de sol....
Mientras les contemplo se oye el trino de
los pájaros anunciando que se acaba el día
y unas hormigas afanosas y en hilera 'india'
pasan muy cerca de mí cargadas de grano
y flores secas.
En momentos así, ante ese sublime
'
'estar' de la Naturaleza...
No me importaría que me olvidase la vida.
María Sena.
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