SÁBADO, 21 DE SEPTIEMBRE DE 2013
Venía de Xátiva, había pasado toda la mañana de un lado para otro, renegando del asfalto, las prisas y aglomeraciones. De no haber sido 'casi' preciso, no me saca ni dios
del pueblo, jajaja...
Así que cuando volví, aunque cansada, aproveche y 'una vez puestos' no subí a casa, me aleje un poco del pueblo y me adentre por
los huertos cercanos al monte.
Me iba a recostar en un árbol, pero lo pensé mejor y me tumbe en tierra, sobre la fresca hierba.
¡Qué maravilla! hay cosas que no tienen precio, ¡son impagables!
Un suave viento acariciaba mis mejillas y juguetón volaba entre mi falda, besando suavemente mis rodillas.
Olía a albahaca que había plantada debajo de unos naranjos. También se percibía una mezcolanza embriagadora de agradables y frescos aromas.
El día se iba durmiendo y en los claros y sombras del atardecer, el sol con las nubes al escondite jugaba, mientras esperaba haciendo guiños para mantenerse despierto y poder ver aparecer a su amada
Ella aun soñolienta se asomaba tímida-como si le avergonzase el ser tan bella-por detrás de los verdes pinos de la montaña y poco a poco se iba acercando para poder unirse al juego.
Todavía desperezándose se va escondiendo entre los naranjos de frutos encendidos de luna, y dorados de sol....
Mientras les contemplo se oye el trino de los pájaros anunciando que se acaba el día y unas hormigas afanosas y en hilera 'india' pasan muy cerca de mí cargadas de grano y flores secas.
En momentos así, ante ese sublime 'estar' de la Naturaleza, no me importaría que me
olvidase la vida.
María Sena.
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